- Investigadores del Instituto Roslin crean cerdos inmunes a la peste porcina clásica mediante edición genética
- La modificación del gen DNAJC14 bloquea la replicación de los pestivirus sin afectar salud ni fertilidad
- Pruebas controladas en la APHA británica confirman ausencia de infección y transmisión
- El avance abre opciones para ganadería europea y sugiere aplicaciones en bovino y ovino

La ganadería porcina europea observa con atención un hallazgo que, de confirmarse a gran escala, podría cambiar las reglas del juego: un equipo del Instituto Roslin de Edimburgo ha conseguido cerdos que no enferman ante el virus de la peste porcina clásica (PPC). El trabajo se ha realizado bajo condiciones estrictas y con controles paralelos, ofreciendo un escenario realista de cómo responderían estos animales ante un brote.
El enfoque no se limita a reforzar el sistema inmune: la edición genética altera un engranaje celular que el virus necesita para multiplicarse. De este modo, el patógeno queda sin “herramientas” dentro del organismo y la infección no llega a establecerse, algo especialmente relevante para España y el resto de Europa, donde las exportaciones dependen de una sanidad animal intachable.
Cómo lograron la resistencia genética
El equipo identificó en el genoma porcino una pieza clave: DNAJC14, responsable de una proteína que los pestivirus —la familia a la que pertenece el virus de la PPC— usan para replicarse. En estudios previos con células ya se había visto que un cambio muy pequeño en este gen podía detener la multiplicación del virus.
Con esa pista, los científicos aplicaron una edición precisa en embriones mediante CRISPR/Cas9 y microinyección en estadio de cigoto. Tras la implantación en madres sustitutas y el desarrollo normal de la descendencia, los animales resultantes se evaluaron en las instalaciones de alta bioseguridad de la Agencia de Sanidad Animal y Vegetal del Reino Unido (APHA).
En los ensayos controlados, los cerdos editados no mostraron fiebre, lesiones cutáneas, diarrea ni signos neurológicos, y su fertilidad y crecimiento se mantuvieron dentro de parámetros normales. Por el contrario, los animales del grupo de control desarrollaron el cuadro clínico típico de la PPC.
Los investigadores explican que, al eliminar el “punto de apoyo” que utiliza el virus, los animales no solo permanecen sanos, sino que también dejan de ser vectores de contagio. Para el sector, esto supondría una capa adicional de protección que complementa medidas ya conocidas como vacunación y bioseguridad.
El trabajo, divulgado en una revista científica de primer nivel, incluye la participación de expertos del Roslin Institute (conocido por la clonación de la oveja Dolly) y de la APHA, y se apoya en financiación pública y académica que ha permitido un control exhaustivo de calidad genética y trazabilidad.

Impacto para Europa y el sector porcino
La peste porcina clásica fue erradicada oficialmente en el Reino Unido en 1966, pero se han registrado reintroducciones puntuales y sigue siendo endémica en regiones de Asia, África, América Latina y parte de Europa. En episodios históricos, el país tuvo que sacrificar alrededor de 75.000 cerdos, con un coste económico y social enorme para el campo.
Para la cadena de valor porcina en Europa —incluida España, uno de los grandes productores—, el riesgo de restricciones comerciales y cierres de mercados es un quebradero de cabeza. Un ganado intrínsecamente resistente reduciría la dependencia de campañas de vacunación y las pérdidas asociadas a cuarentenas y sacrificios preventivos, reforzando la resiliencia del sistema agroalimentario.
El mismo gen modificado en los cerdos participa en la replicación de otros pestivirus que afectan a bovinos y ovinos, como el virus de la diarrea viral bovina. Esto abre la puerta a extender la estrategia a más especies y construir una barrera sanitaria más amplia en la ganadería europea.
Responsables de la APHA subrayan que la PPC “ha sido devastadora para los ganaderos” y que avances de este tipo pueden reforzar la capacidad de respuesta del sector. En palabras del equipo científico, la edición de DNAJC14 se integra como un pilar adicional, no sustitutivo, dentro de un enfoque combinado con bioseguridad y vigilancia epidemiológica.
Además de reducir el impacto de brotes, los autores apuntan a beneficios indirectos: menor presión sobre el uso de antibióticos, bienestar animal mejorado y una huella ambiental potencialmente más baja gracias a la prevención sostenida de enfermedades.

Ética, regulación y próximos pasos
El avance llega en un contexto de cambio normativo. En el Reino Unido, la Ley de Crianza de Precisión abre camino para desarrollar animales editados genéticamente, mientras que Estados Unidos, Japón y Brasil ya han autorizado usos comerciales en determinados casos. Un precedente conocido es el de los cerdos con mutación en CD163 contra el PRRS, aprobados en varios países.
Aun con estos pasos, los científicos insisten en que quedan por delante evaluaciones regulatorias, éticas y ambientales antes de la adopción a gran escala. Entre las prioridades figuran confirmar la estabilidad de la edición en múltiples generaciones, descartar efectos indeseados y garantizar la seguridad alimentaria.
Desde el Roslin Institute señalan que trasladar hallazgos de cultivo celular a animales vivos exige una infraestructura específica para criar, monitorizar y evaluar de forma segura al ganado editado. Ese es precisamente el entorno que ha permitido obtener resultados consistentes bajo supervisión pública y con los más altos estándares de bioseguridad.
Voces del proyecto argumentan que existe un imperativo social: si la ciencia puede evitar enfermedades que ocasionan sufrimiento animal y pérdidas millonarias, conviene explorar su uso con responsabilidad y transparencia. Al mismo tiempo, recuerdan que la adopción real dependerá de las decisiones de los reguladores y de la aceptación de los mercados.
Si este enfoque se consolida, la combinación de edición genética, vacunación inteligente y bioseguridad podría convertirse en la estrategia de referencia para reducir el impacto de los grandes virus ganaderos en Europa y, por extensión, en todo el mundo.

El proyecto sitúa a la sanidad animal en una nueva etapa: cerdos inmunes a la PPC mediante una edición genética precisa que no compromete su salud ni su productividad, probados en instalaciones oficiales y con potencial de escalar a otras especies. Falta camino por recorrer en regulación y validación a gran escala, pero el sector porcino europeo ya vislumbra una herramienta que puede blindar granjas frente a brotes, reducir costes y aportar estabilidad a toda la cadena.
