El ADN antiguo revoluciona el estudio de la historia genética y cultural de la humanidad

Última actualización: julio 30, 2025
  • El ADN antiguo transforma la comprensión de migraciones, parentescos y estructuras sociales humanas.
  • Permite reconstruir linajes, relaciones y contactos entre poblaciones antiguas en todo el mundo.
  • Recientes estudios en Egipto y Eurasia muestran la diversidad genética y la mezcla de culturas desde épocas muy tempranas.
  • La aplicación del ADNa va más allá de la genética, abarcando aspectos históricos, lingüísticos y paleontológicos.

ADN antiguo

En los últimos años, el análisis de ADN antiguo (ADNa) se ha consolidado como una de las herramientas más valiosas para desentrañar los orígenes de las sociedades humanas y sus interacciones a lo largo de la historia. Gracias a los avances en las técnicas de secuenciación genética y métodos de recuperación de restos muy degradados, los investigadores han podido acceder a una información insospechada sobre el parentesco, la diversidad y los contactos entre poblaciones del pasado.

El estudio del ADN antiguo ha abierto una ventana sin precedentes a la historia humana, permitiendo respaldar o cuestionar teorías arqueológicas y lingüísticas, así como explorar aspectos tan diversos como la transmisión cultural, los movimientos migratorios o la mezcla entre grupos previamente considerados aislados. Estos avances han impulsado a equipos multidisciplinares a buscar en pequeños fragmentos óseos las claves de nuestro pasado compartido.

ADN antiguo: Qué es y cómo se recupera

El ADNa se extrae de restos humanos o animales muy antiguos, normalmente huesos o dientes hallados en yacimientos arqueológicos. Debido a la degradación provocada por el paso del tiempo, el calor y la humedad, su recuperación suele requerir laboratorios especializados y protocolos extremadamente cuidadosos para evitar la contaminación moderna. La llegada de la secuenciación de nueva generación ha permitido analizar incluso muestras muy pequeñas, obteniendo datos genéticos que antes resultaban inalcanzables.

Estas técnicas permiten a los científicos no solo identificar vínculos de parentesco cercanos (como padres, hijos o hermanos), sino también reconstruir redes familiares ampliadas y comparar genomas de individuos que vivieron miles de años antes que nosotros. El resultado es una visión mucho más profunda y matizada de cómo se organizaban las sociedades, tanto en su día a día como en sus relaciones de poder y transmisión del capital social.

Investigación en ADN antiguo

edición genética
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Descubrimientos recientes: Egipto y la diversidad genética

Uno de los mayores retos para la investigación genética ha sido el antiguo Egipto, donde el clima y las técnicas de momificación dificultaban la preservación del ADN. Sin embargo, el hallazgo de un varón enterrado en condiciones excepcionales en Nuwayrat, al sur de El Cairo, ha permitido por primera vez secuenciar el genoma completo de un individuo que vivió hace entre 4.500 y 4.800 años. El estudio de su ADN ha mostrado que tenía una herencia genética combinada: un 80% procedente del norte de África y un 20% vinculado a poblaciones de Asia occidental, en especial la antigua Mesopotamia.

Estos resultados validan la hipótesis de que Egipto fue desde sus orígenes un cruce de culturas y linajes, y que las influencias del Cercano Oriente no solo se reflejaban en los objetos arqueológicos, sino también en la composición biológica de sus habitantes. El análisis forense indica que este individuo, posiblemente un alfarero, vivió hasta los 60 años, una edad poco común para su tiempo, y realizó labores físicas exigentes. Además, la integración de estudios de isótopos y restos dentales sugiere una vida ligada al valle del Nilo, apoyando la idea de una población estable con contactos externos de larga duración.

El ADN antiguo en la reconstrucción de movimientos y lenguas

El análisis genético ha revolucionado la comprensión del origen y la expansión de las lenguas urálicas –como el finés, estonio o húngaro–. Nuevos trabajos han demostrado, gracias a la secuenciación de cientos de genomas antiguos de Siberia, que estas lenguas se originaron en el noreste de Asia, en concreto en la región de Yakutia, para posteriormente expandirse miles de kilómetros hacia el oeste a través de redes de intercambio y fenómenos tecnológicos como el Seima-Turbino (relacionado con la introducción de la metalurgia del bronce).

Contrariamente a las teorías tradicionales que situaban el foco en los montes Urales, el marcador genético de origen siberiano hallado en poblaciones modernas que hablan lenguas urálicas refuerza la idea de que las migraciones y la transmisión cultural han sido procesos complejos y no siempre asociados con grandes desplazamientos poblacionales. La genética y la lingüística histórica se complementan para construir un relato más ajustado sobre la evolución humana en Eurasia.

Recuperación de la historia natural y humana en la Península Ibérica

No solo en el este de Europa o África se están logrando avances. En España, el proyecto ‘Frontera cantábrica’, dirigido por la Universidad de León y el Museo Nacional de Ciencias Naturales, combina análisis de ADN antiguo, isótopos estables y escaneado 3D para estudiar restos animales de las cuevas de León, algunos con más de 30.000 años de antigüedad. Los investigadores han descubierto un patrimonio paleontológico mucho más diverso del que se creía, documentando desde osos que duplicaban el peso de los actuales hasta cabras montesas extintas hace relativamente poco.

La incorporación de análisis genéticos a estos restos no solo permite reconstruir la evolución de las comunidades animales, sino que también aportan información sobre cómo han cambiado los ecosistemas y los impactos humanos a lo largo del tiempo. Estas campañas son fundamentales para preservar el material antes de que se pierda por expolio y para asegurar que la vertiente sur de la Cordillera Cantábrica cuente con el mismo nivel de conocimiento que otras regiones.

Más allá de la genética: salud, patógenos y evolución

El ADN antiguo no solo sirve para rastrear parentescos o migraciones, sino también para estudiar la historia de enfermedades. Investigaciones recientes han detectado decenas de patógenos prehistóricos, incluyendo la Yersinia pestis (causante de la peste bubónica), en restos de hasta 37.000 años. La información genética sobre la evolución de estos microorganismos ayuda a comprender cómo el tránsito a la agricultura y la ganadería facilitó la aparición y la propagación de enfermedades infecciosas, y cómo los cambios históricos han condicionado la salud humana hasta hoy.

Al mismo tiempo, el análisis estructural del genoma humano gracias a la tecnología de secuenciación de última generación está permitiendo descubrir miles de variantes antes desconocidas, muchas de ellas en las regiones tradicionalmente consideradas “ADN basura”, lo que puede tener un impacto importante en la medicina personalizada y el desarrollo de nuevas terapias.

El avance en el estudio del ADNa está permitiendo que desde un hueso o un diente, se reconstruyan conexiones entre pueblos y orígenes múltiples, y permite repensar lo que consideramos identidades cerradas. La genética de la antigüedad revela que la diversidad y la mezcla son rasgos constantes en la historia humana y animal.