- Reclamo unánime: más investigación, acceso equitativo a la innovación y reconocimiento legal y social.
- Testimonios de pacientes que conviven con tratamientos continuos y efectos secundarios, sin renunciar a su proyecto vital.
- Oncólogos subrayan la heterogeneidad tumoral y el impulso de la medicina de precisión con ADC e inmunoterapia.
- Iniciativas locales visibilizan la enfermedad y refuerzan el apoyo psicosocial ante diagnósticos y trámites lentos.

En toda España, la conversación sobre el cáncer de mama metastásico gana volumen y matices: pacientes, profesionales y administraciones ponen el foco en lo que más importa, vivir más y mejor. La jornada conmemorativa del 13 de octubre se ha convertido en un altavoz para reclamar recursos, acortar tiempos y mejorar el acceso a la innovación.
Desde plazas y salones de plenos hasta hospitales y asociaciones, se repiten tres ideas clave: investigación sostenida, equidad en el acceso a tratamientos y reconocimiento legal y social de una realidad que, aunque crónica hoy por hoy, no es invisible para quienes la transitan cada día.
Un movimiento que se hace oír: manifiestos y demandas

En ciudades como Tres Cantos se leyó un manifiesto que pide atención especializada, inversión en ciencia y acompañamiento emocional, recordando que la metástasis sigue siendo incurable y que condiciona la vida personal, laboral y económica de miles de familias. La asociación impulsora reclama que la innovación no se quede en el papel y que llegue a tiempo a todo el territorio.
En Badajoz, pacientes exigieron la reubicación del Centro de Investigación Clínica del Área de Salud a una planta adecuada del Hospital Universitario. La petición es directa: «invertir en infraestructuras y ensayos es invertir en vida», con espacios dignos y funcionales para quienes pasan buena parte de su día a día entre consultas, tratamientos y seguimiento.
Los mensajes institucionales insisten en la unidad frente a la enfermedad y en que las administraciones deben proporcionar recursos suficientes para agilizar aprobaciones, financiación y disponibilidad real de fármacos en todas las comunidades, evitando brechas territoriales que penalicen a quien más lo necesita.
Además de financiación y acceso, las asociaciones piden un reconocimiento legal que tenga en cuenta la especificidad de la metástasis en los tribunales médicos y en el ámbito laboral. Se reclaman criterios actualizados que permitan una atención justa y adaptada, lejos de la precariedad silenciosa en la que muchas personas sobreviven.
Vivir con metástasis: historias que ponen rostro a la enfermedad

Gara Vázquez (45): tratamientos sin pausa y una meta clara
Tras un primer tumor tratado en 2017, la enfermedad regresó con metástasis en hígado, pulmones y huesos. Desde 2020 encadena ciclos cada 21 días y convive con efectos adversos que «no dan tregua». Aun así, mantiene la vista en lo esencial: estabilidad clínica y más opciones terapéuticas gracias a la ciencia.
Gara reivindica una inversión pública estable en investigación y valora la red de apoyo entre pacientes, grupos en los que se comparten miedos, dudas y cambios de tratamiento. Su mensaje es sereno: existen líneas terapéuticas eficaces y hay que «cambiar la meta» para ganar tiempo con calidad.
María José Prieto (62): la doble mirada de médica y paciente
Diagnosticada con metástasis óseas desde el inicio, ha participado en ensayos clínicos con buena calidad de vida durante años. La progresión reciente le ha recordado la dureza de un proceso que requiere confianza en el equipo y en el abordaje personalizado. Hoy colabora en el impulso a la investigación desde la asociación.
Su consejo a quien debuta con el diagnóstico es claro: buscar apoyo y, si no encaja la relación terapéutica, pedir una segunda opinión. La implicación en proyectos colectivos le ha dado propósito y la certeza de que la unión de pacientes mueve decisiones que salvan tiempo y oportunidades.
Fabiola Serrano (58): realismo, fe en la vida y paciencia activa
Tras años de estabilidad, la metástasis hepática obligó a encadenar varias líneas, incluida quimioterapia oral con efectos secundarios intensos. Actualmente recibe un anticuerpo conjugado (como sacituzumab govitecán), con el que ve señales de respuesta; cada inicio es «una prórroga» que se aferra a seguir viviendo.
Fabiola, madre de mellizos, se define como paciente informada y reivindica visibilidad: la sociedad aún desconoce que la metástasis no tiene cura y implica tratamientos de por vida. Su lema cotidiano es sencillo y contundente: «no me dedico a estar enferma, me dedico a vivir».
Virginia España (57): reaparición tardía y adaptación al día a día
Una década después del tumor inicial, la metástasis apareció en huesos y hígado. Con terapia oral de mantenimiento, muchas lesiones han remitido o se han estabilizado, aunque las limitaciones físicas condicionan la rutina. La red familiar y la comunidad de pacientes son su gran sostén.
Virginia subraya que faltan explicaciones claras sobre qué es la metástasis y cómo se maneja. Para ella, la meta es cronificar la enfermedad, compatibilizándola con una vida razonable en el tiempo, reduciendo hospitalizaciones y ampliando ventanas de respuesta.
Silvia Bengoechea (53): apoyo social y horizonte a largo plazo
Tras superar el proceso inicial hace años, recibió el diagnóstico de estadio IV con afectación ósea y dolor crónico. Su historia está atravesada por cambios vitales y una red que le sostiene: familia, amigas y una asociación que aporta psicoeducación y asesoramiento.
Silvia resume una idea compartida: el cáncer de mama metastásico no es «solo rosa» ni una pelea individual. Es una batalla colectiva en la que cada avance científico, cada recurso asistencial y cada gesto de la sociedad suman.
Qué sabemos hoy: datos clínicos, subtipos y supervivencia
En España se estiman cada año decenas de miles de nuevos diagnósticos de cáncer de mama, y una parte relevante desemboca en metástasis: alrededor de un 6% debuta metastásico y en torno a un 30% puede desarrollarla con el tiempo. Las cifras de mortalidad anual rondan las 7.000 mujeres, aunque la supervivencia varía mucho por subtipo y extensión.
La SEOM recuerda que se trata de una enfermedad heterogénea: no es lo mismo un tumor luminal hormonosensible con afectación de menor riesgo que uno HER2 positivo (biológicamente más agresivo pero con fármacos muy eficaces) o un triple negativo, donde faltan dianas claras y el abordaje es más complejo.
De ahí el valor de la medicina de precisión: caracterizar el tumor para seleccionar la terapia que mejor encaje en cada momento. Conocer mecanismos de resistencia y adaptar secuencias terapéuticas son pasos fundamentales para alargar la eficacia y preservar calidad de vida.
Investigación y acceso: hacia terapias más precisas
Entre los avances más destacados están los anticuerpos conjugados con fármacos (ADC), que actúan como «misiles dirigidos»: entregan quimioterapia de forma selectiva a células tumorales, logrando respuestas y supervivencias superiores en diversos escenarios, con perfiles de toxicidad diferentes a la quimioterapia convencional.
También llegan propuestas en inmunoterapia para tumores sólidos: líneas de trabajo que modifican células del sistema inmune del propio paciente para reconocer mejor las cancerosas (un enfoque ya usado en hematología) buscan su lugar en cáncer de mama, con especial interés en HER2 positivo refractario.
En España, centros como el Clinic Barcelona desarrollan y prueban nuevos ADC creados localmente en pacientes que ya no responden a hormonoterapia, un paso que ilustra el potencial del ecosistema investigador. El reto, insisten asociaciones y oncólogos, es garantizar un acceso ágil y equitativo a la innovación en todas las comunidades.
Apoyo integral y calidad de vida
Vivir con metástasis implica manejar efectos secundarios, visitas continuas y un impacto emocional sostenido. Oncología, psicología, paliativos y trabajo social forman un engranaje clave para atender dolor, ansiedad y necesidades prácticas, con la sexualidad y la autoestima como dimensiones que requieren más conversación y soluciones concretas.
Iniciativas como el Mes Rosa en Fuerteventura ponen la lupa en «dar voz» a pacientes y familias, además de denunciar retrasos diagnósticos que aún se dan en circuitos asistenciales. Charlas abiertas, talleres de manejo emocional y hábitos saludables, así como mesas informativas, ayudan a orientar y acompañar desde la cercanía.
Los colectivos también señalan que «cada nombre importa»: las pérdidas acumuladas en pocos años recuerdan que la investigación no es un eslogan, sino la vía para transformar una realidad que exige presupuestos, ensayos y profesionales trabajando en red y con continuidad.
Con los manifiestos sobre la mesa, las historias de vida y la ciencia avanzando paso a paso, el consenso es nítido: hace falta más investigación sostenida, acceso equitativo sin demoras y reconocimiento legal y social acorde a una enfermedad que no se detiene; solo así quienes conviven con el cáncer de mama metastásico podrán ganar tiempo con calidad y una voz más fuerte en cada decisión que les afecta.
