- World Athletics exige un test genético único para acreditar el sexo biológico de las atletas que compitan a nivel mundial.
- El análisis del gen SRY es mínimo invasivo y se realiza mediante un frotis bucal o análisis de sangre.
- La medida afecta a deportistas transgénero y con diferencias de desarrollo sexual, y ha generado debate internacional sobre derechos y equidad en el deporte.
- Solo podrán competir en categoría femenina quienes carezcan de cromosoma Y o cumplan ciertos criterios médicos específicos.

En las últimas semanas, el atletismo internacional ha puesto el foco en los test genéticos de verificación del sexo biológico, una medida que ha provocado discusiones tanto en los ámbitos deportivos como sociales. La Federación Internacional de Atletismo (World Athletics) ha oficializado que, para poder participar en competiciones femeninas que influyen en los rankings mundiales, las deportistas deberán pasar una prueba genética del gen SRY, un requisito sin precedentes en el deporte de élite.
La norma, que entra en vigor antes de los próximos Mundiales en Tokio, establece que solo aquellas mujeres que no presenten el cromosoma Y (asociado al gen SRY) en su análisis genético podrán competir en la categoría femenina. La decisión busca garantizar la equidad competitiva y responde al debate sobre la participación de deportistas transgénero y con diferencias en el desarrollo sexual. World Athletics y la Federación Española de Atletismo han comenzado a implementar estos protocolos en eventos nacionales, como los recientes Campeonatos de España en Tarragona.
¿Cómo se realiza el test genético y a quién afecta?
El procedimiento es mínimamente invasivo, similar a un frotis bucal y menos molesto incluso que los ya conocidos test de antígenos. Se prevé que unos veinte atletas, clasificadas o con opciones de ir al Mundial, sean sometidas al análisis durante las competiciones previas. El resultado, una vez procesado por un laboratorio certificado, se entrega de manera confidencial y digital a cada deportista, quien lo debe subir a una plataforma segura accesible únicamente por el equipo médico de World Athletics.
La federación española cubre los costes y recibe apoyo económico por cada test realizado, asegurando que todas las atletas con posibilidades de representar a España estén al día con los requisitos. Según han explicado las autoridades deportivas, el test tendrá validez de por vida, evitando la repetición durante la carrera deportiva, salvo casos de inconformidad con los resultados, donde se permite una segunda prueba independiente.
Criterios de exclusión y excepciones
Aquellas atletas en las que se detecte el gen SRY quedarán fuera de la categoría femenina salvo que logren demostrar condiciones médicas muy específicas, como el síndrome de insensibilidad a los esteroides, donde pese a la producción de testosterona, el organismo no responde a sus efectos. Existen precedentes como el de María José Martínez Patiño, vallista española que se vio implicada en un caso similar hace años.
También podrán seguir compitiendo, bajo criterios médicos estrictos y siempre que mantengan la testosterona por debajo de determinados límites, aquellas deportistas 46-XY afectadas por desórdenes de desarrollo sexual diferenciados (DSD) y asignadas como mujeres al nacer. Sin embargo, las atletas transgénero y quienes no acepten medicarse para cumplir los requisitos, como la sudafricana Caster Semenya, no tendrán opción de competir en pruebas que cuenten para el ranking mundial.
Un debate abierto sobre ciencia, equidad y derechos
La decisión de World Athletics reabre una polémica con décadas de historia en el atletismo. La verificación de sexo mediante pruebas físicas y cromosómicas se remonta a los años 60, aunque la obligatoriedad generalizada se abandonó en 1999 por el Comité Olímpico Internacional. Con los avances genéticos y la aparición de deportistas intersexuales y transgénero en la élite, el asunto ha tornado en debate global entre quienes defienden la importancia de proteger la categoría femenina y quienes denuncian un sesgo discriminatorio.
El presidente de World Athletics, Sebastian Coe, ha subrayado en repetidas ocasiones que “para competir a nivel de élite en la categoría femenina es imprescindible ser biológicamente mujer, por transparencia y para evitar ventajas injustas”. Desde la federación internacional se ha resaltado que todo el proceso respeta criterios de confidencialidad y ética médica, aunque organizaciones de defensa de derechos humanos y colectivos de diversidad han mostrado preocupación por posibles vulneraciones de derechos.
Casos recientes y situación en otros deportes
La nueva normativa no afecta únicamente al atletismo. Recientemente, casos como el de la boxeadora argelina Imane Khelif han sido muy sonados, tras ser descalificada por no superar la prueba de elegibilidad en competiciones femeninas, aunque finalmente pudo competir en los Juegos Olímpicos de París por decisión del COI. Este tipo de procedimientos empiezan a extenderse a otras federaciones, mostrando la tendencia a endurecer los controles de elegibilidad de género en el deporte profesional.
En paralelo, existe un amplio espectro de opiniones, desde quienes consideran estos controles imprescindibles para preservar la integridad de la competición, hasta voces que reclaman una regulación más inclusiva y respetuosa con la diversidad sin poner en cuestión los méritos deportivos.
El deporte de élite encara ahora un periodo de adaptación a estas nuevas reglas, en un momento de máxima visibilidad para la igualdad de género y los derechos en el deporte. Los organismos internacionales aseguran que seguirán de cerca el impacto y las posibles consecuencias no buscadas del sistema, mientras continúa el diálogo entre ciencia, regulación y equidad competitiva.
