- Un ensayo en EE. UU. y Reino Unido logró reconstituir la inmunidad en 59 de 62 menores con ADA-SCID
- La técnica usa vectores lentivirales y células madre del propio paciente en una única infusión
- Seguimiento prolongado: mediana de 7,5 años y más de 474 años-paciente, con estabilidad clínica
- La crioconsignación de células facilita el acceso; el coste y la fabricación siguen siendo retos

Una nueva aproximación de terapia génica ha permitido que decenas de menores con la inmunodeficiencia rara ADA-SCID —conocidos popularmente como “niños burbuja”— recuperen unas defensas funcionales. El trabajo, liderado por equipos de Estados Unidos y Reino Unido, documenta que 59 de 62 pacientes tratados lograron reconstituir su sistema inmunitario con estabilidad a lo largo de los años.
La historia de Eliana, una niña de Virginia que hoy cursa sexto de primaria, ilustra el alcance del avance: pasó de vivir casi aislada, con filtros HEPA y utensilios esterilizados, a hacer vida normal. Sus padres optaron por esta opción cuando se les planteó la disyuntiva entre trasplante de médula o terapia génica experimental.
¿Qué es ADA-SCID y por qué se habla de “niños burbuja”?
ADA-SCID es una enfermedad genética infrecuente (3 a 5 recién nacidos por millón) causada por mutaciones que impiden producir la enzima adenosina desaminasa. Sin ella, los glóbulos blancos no maduran correctamente y las defensas quedan muy mermadas.
En estas condiciones, infecciones habituales como una neumonía, una meningitis o incluso la varicela pueden resultar potencialmente mortales. Sin intervención, la mayoría de los bebés con ADA-SCID no supera los dos primeros años de vida, de ahí el apodo de “niño burbuja”.
Hasta ahora, la práctica clínica se apoyaba en inyecciones semanales de la enzima ADA —una solución costosa y limitada que pierde eficacia con el tiempo— y en el trasplante de progenitores hematopoyéticos, que exige un donante compatible y conlleva riesgos relevantes.
Cómo funciona la nueva terapia
El procedimiento arranca con la extracción de células madre sanguíneas del propio paciente. En el laboratorio, se introducen copias correctas del gen mediante un vector lentiviral y tecnologías de edición genética, y esas células corregidas se infunden en una única sesión.
Una vez de vuelta en el organismo, las células modificadas empiezan a generar glóbulos blancos funcionales, reconstruyendo de forma progresiva la inmunidad. Según los investigadores, el sistema inmune tarda entre seis y doce meses en alcanzar niveles protectores.
Un aspecto clave es la posibilidad de crioconsignar (congelar) las células corregidas. Esto permite que la recolección se haga localmente, que la modificación se procese en instalaciones especializadas y que el producto final regrese al hospital del paciente, evitando viajes largos a centros de referencia.
Resultados: eficacia sostenida y seguimiento prolongado
Entre 2012 y 2019 se trataron 62 niños con esta estrategia. De ellos, 59 mostraron reconstitución inmunitaria completa y estable, sin eventos adversos graves atribuibles al vector o al proceso de edición. En los tres casos restantes, se reanudaron terapias estándar.
El análisis, publicado en The New England Journal of Medicine, abarca una mediana de seguimiento de 7,5 años y suma más de 474 años-paciente, con cinco menores que superaron la década sin recaídas, un registro inusual para este tipo de ensayos.
Donald Kohn, de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA), subraya que, aunque los datos son muy sólidos, todavía es pronto para hablar de “curación” de por vida. No obstante, la función inmunitaria se ha mantenido estable más allá del periodo inicial de recuperación.
De los tres no respondedores, dos recibieron un trasplante de médula ósea y otro continuó con inyecciones de ADA a la espera de trasplante. La mayoría de los efectos secundarios fueron leves o moderados y se asociaron a prácticas hospitalarias rutinarias.
Seguridad y comparación con las alternativas
Frente a opciones previas, esta terapia usa un vector lentiviral que, en este estudio, no mostró señales de inserciones genéticas indeseadas, un aspecto de seguridad especialmente vigilado en terapias avanzadas.
En Europa existe Strimvelis, aprobada en 2016 y basada en células frescas que deben administrarse en Milán. Aunque reportó resultados mayoritariamente positivos, se describió un caso de leucemia, lo que reforzó la búsqueda de alternativas con perfiles de integración más seguros.
Además, la logística de Strimvelis obliga a trasladar a las familias a un único centro. La opción con crioconsignación y manufactura centralizada permite que los pacientes sean atendidos en hospitales más cercanos, reduciendo cargas de desplazamiento.
La vida tras la burbuja: la experiencia de Eliana
Eliana fue diagnosticada a los tres meses y su hogar se transformó en un entorno hipercontrolado: sin mascotas, con filtros de aire en marcha y objetos esterilizados antes de usarlos. La alimentación, incluso, debía manejarse con tiempos estrictos para minimizar riesgos.
La familia asumió cambios drásticos: su madre se aisló para no traer patógenos a casa y su padre extremó las precauciones al regresar del trabajo, con duchas y ropa limpia antes de poder abrazarla.
Con diez meses, la niña recibió sus propias células madre corregidas en la UCLA. Sus padres describen aquel momento como un auténtico “nuevo comienzo”, tras el que, poco a poco, la pequeña fue ganando libertad frente a las infecciones.
Hoy, Eliana acude a un colegio público, juega al baloncesto y participa en actividades como el coro, todo ello sin el miedo permanente a un microbio fortuito. Para su familia, la diferencia entre el antes y el después es abismal.
Acceso, costes y próximos pasos
Llevar esta terapia a la práctica clínica generalizada plantea retos. Su fabricación exige instalaciones con atmósferas controladas, personal experto y controles de calidad muy estrictos, factores que encarecen cada lote.
En Europa, procedimientos análogos se han tasado en torno a los cuatro millones de euros por paciente, una barrera considerable para los sistemas de salud. Varias farmacéuticas han frenado desarrollos en enfermedades raras por la dificultad de que los pagadores asuman esos precios.
Orchard Therapeutics licenció esta terapia en 2016 y detuvo su avance cinco años después por dificultades financieras. Para reactivarla, Kohn y miembros de su equipo impulsaron la compañía Rarity PBC, que recibió financiación pública en California —unos 13 millones de euros— para escalar la fabricación.
El consorcio trabaja ya en los trámites para solicitar la aprobación regulatoria en Estados Unidos y en acuerdos con fabricantes comerciales, con la vista puesta en extender el acceso sin necesidad de infraestructuras centralizadas y atendiendo al debate europeo sobre biotecnología en salud.
Para las familias, el mensaje es claro: una intervención única que reconstruye las defensas y reduce el aislamiento extremo supone un cambio vital. Si la seguridad y la eficacia continúan como hasta ahora, esta estrategia podría consolidarse como el estándar de referencia para ADA-SCID, a la espera de resolver el desafío del coste y la disponibilidad.
